11/5/07

Todos estos siglos se han borrado






No sabremos cosas. Somos sabidos. Demasiados escritos, demasiadas voces, demasiadas ideas...quizá suficientes oidos.
Una idea romántica, deseperada, arcana, del pasado. Del conocimiento anterior. También nulo.
El hombre es un lobo para el hombre. El hombre es un animal social. Los últimos hombres.
Los ilustrados, los postmodernos, la élite, la masa, los opresores, el contrato social, la insurgencia.

Todo deja constancia, inmortal. Aunque no todo deja testimonio. Si caemos, no caeremos todos.
Si vencemos, otros tendrán que ser depuestos. Se censura el murmullo únicamente; los gritos atraviesan oceanos. Se funden y se confunden. Hasta ser un clamor de desespero.

Ese instante es cultura en tiempo presente. La huella que deje será más o menos corrupta, por nuestras aportaciones, por nuestros intereses, por nuestra incomprensible tarea de permancer.
Hasta el límite de lo desconocido somos capaces de llegar con nuestra insistencia, aunque llegar hasta allí, no tiene ningún sentido, ni es una tarea que por propia, merezca la pena.

Crecer es cuerpo, masa, cabida, bulto, corpulencia, dimensión, magnitud... es tonelaje.

No es posición, afinidad, templanza, fuerza, apoyo, significado... no es desaparición.

Crecer no es desarrollarse.




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